viernes, 31 de octubre de 2014

Mudrás, Danzas y el Cuerpo en el Tantrismo

"La danza ha estado también ligada desde sus orígenes a las ceremonias religiosas. Las danzas orfeicas griegas, las danzas sagradas de la India, las danzas de los derviches giradores del sufismo, las danzas mandálicas, son algunas de esas manifestaciones.
El culto del cuerpo en el tantrismo representa una de las más profundas aventuras de la cultura humana. El tantrismo lleva a la idea de que la santidad sólo es efectiva en un cuerpo divino. (...) Conservar el cuerpo en estado perfecto para facilitar la meditación y conseguir la liberación, es la propuesta del tantrismo.


En el Hevajra Tantra, el Budha (Bhagavan) proclama que sin un cuerpo perfectamente sano no se puede conocer la beatitud. Esto se repite insistentemente en la literatura tántrica y shajiya. Saraha lo dice a su manera: "Aquí (en el cuerpo) se encuentra el Ganges y el Jumma, Prayaga y Benares, aquí la Luna y el Sol, los lugares sagrados, los Pitha y los Upapitha. No he conocido aún un lugar de peregrinaje y de beatitud comparable a mi cuerpo. El mismo Budha se esconde en el cuerpo"

La orientación del tantrismo afirma la experiencia total de la vida como parte integrante del sádhana. La orientación del Yoga está en dominar el cuerpo para transformarlo en cuerpo divino.

En la liturgia tántrica, el mudrá es la realización de ciertos estados de consciencia mediante gestos (...); por el eco sentido en las capas más profundas del ser humano, se trae el redescubrimiento del mensaje oculto en cada gesto arquetípico."

Fragmento extraído de "Biodanza" pag. 77.

María de la Cruz Rojo

Bibliografía

Toro Araneda, Rolando, "Biodanza", Asociación Argentina de Biodanza, 1980.


viernes, 24 de octubre de 2014

El Mudrá y la Danza en India

"Para el hombre arcaico, la danza ocupaba un lugar central en la vida de la comunidad; se danzaba para despertar el psiquismo colectivo de la tribu, para acceder a la sacralidad, para promover la fertilidad de la tierra, la benevolencia de las fuerzas de la naturaleza, para colocarse en sintonía con el ritmo del cosmos.

En la mitología puránica, Shiva Nataraja aparece como el danzarín cósmico, marcando con sus movimientos el ritmo del universo manifestado. Danza envuelto en una esfera de fuego (representado plásticamente como el círculo ígneo que lo envuelve), llamas que transforman y destruyen el mundo en el final de cada ciclo.

Las analogías entre éste mito y los últimos descubrimientos de la física son, como mínimo, sorprendentes:

"Sentado en la playa, a la vera del mar en una bella tarde de verano, mirando las olas quebrar mientras acompañaba mi ritmo respiratorio, repentinamente supe que todo cuanto me rodeaba era una gigantesca danza cósmica. Como físico, sabía que las rocas, la arena y el aire a mi alrededor estaban compuestos de moléculas vibrantes y de átomos hechos de partículas que perpetuamente crean y destruyen otras por interacción.
"Sabía que la atmósfera terrestre es continuamente bombardeada por huracanes y rayos cósmicos, partículas de energía que sufren numerosas colisiones a medida que penetran en la atmósfera. Todo eso me resultaba familiar como investigador en física de alta energía, pero hasta entonces, no lo conocía sino por medios de gráficos, de diagramas, de teorías metemáticas.

"Mi experiencia de la Danza de Shiva fue precedida por muchas otras similares. Comprendí que poco a poco comienza a emerger de la física moderna una visión del universo coherente con la antigua sabiduría oriental..."

Las tres principales danzas de Shiva son:

1. Nadanta: la danza celestial en su aspecto de Natarája, con cuatro brazos y el círculo de fuego;

2. Muyalaka: también llamada Avidya o Asura, en la cual él danza sobre el demonio que representa la ignorancia, derrotándolo;

3. Tándava: es la danza de la muerte y la destrucción, donde Shiva, en el final de cada ciclo cósmico, aniquila el mundo saltando sobre sus talones, con un cráneo en una mano y una serpiente naja en la otra.
La identificación con las imágenes arquetípicas es llamada Mudranyása, y es obtenida a través de los gestos y bhavas (expresiones).

La danza india siempre trabaja con estos dos recursos, mudrá y bhava.

Siendo la mayoría de las danzas en india una recreación de historias y mitos del hinduísmo, el nyása es elaborado a partir de mudrás que "hablan" de esos mitos.

El danzarín debe sentir ésa identificación, que es procesada a nivel emocional con los largos años de preparación constante."

Fragmento extraído de "Mudrá, gestos de Poder". El fragmento dentro del fragmento, que pertenece a Fritjot Capra, ya lo hemos visto citado con anterioridad por André Van Lysebeth y en ésta oportunidad por Pedro Kupfer, por lo que queda evidenciada la importancia que las consideraciones de Capra a través de "El Tao de la Física" tuvieron dentro del mundo del Yoga y las filosofías orientales.


María de la Cruz Rojo

viernes, 17 de octubre de 2014

Natya Shastra - El origen del Teatro y de la Danza

"La tradición hindú cree que la danza no fue creada por el hombre como resultado del florecimiento de la civilización antigua, sino que, similarmente a los Vedas (escrituras sagradas de la India), fue fruto de una revelación divina. De acuerdo con las creencias, Brahma, el creador, deseó realizar estas revelaciones particulares, atendiendo al pedido de los dioses que deseaban una pieza, un pasatiempo que fuese audible, como visible y que les permitiese comprender la verdadera naturaleza de la alegría.

Así, concentrando en su mente todo el conocimiento, el venerable Brahma constituyó elNatya Veda, el Veda del Teatro, de la música y de la danza. Del Rig Veda tomó el discurso, del Sama Veda tomó la melodía, del Yajur Veda tomó la mímica y el movimiento corporal, del Atharva- Veda la emoción estética.

Brahma ordenó al arquitecto divino, Vishvakarma, construir un teatro en varias partes, colocando cada una de ellas bajo la protección de un Dios. El actor principal estaba sobre la protección de Indra (el jefe de los dioses) y la actriz principal bajo la protección de Sarawastí (la diosa de la sabiduría y de las artes). El mantra OM protegía toda la presentación y Shiva protegía a todos los personajes.

El sabio Bharat asumió la producción de la pieza y el Natya Veda fue presentado por primera vez. Shiva, el dios bailarín, reveló el aspecto dinámico y poderoso de la danza (Tandava), sumando la enseñanza específica de la danza abstracta. Parvatí, su consorte, reveló el aspecto gracioso y delicado de la enseñanza específica de la danza (Lasya),sumando la enseñanza específica de la danza expresiva. La pieza fue un éxito.

Bharat entonces, advirtiendo el beneficio que ésta pieza traería al mundo, pedió a Brahma que el Natya Veda fuese llevado al conocimiento del hombre común, para que éste, haciendo uso de éste arte, pudiese aumentar su amor por la eternidad.

 Fue así que el arte del teatro, del cual la danza es una parte distinguida, nació por el dios creador, y el teatro como un todo fue colocado sobre la protección de los dioses, habitado por ellos y dedicado a ellos. No hay mejor manera de demostrar hasta dónde el arte dramático, del cual la danza es uno de los componentes iniciales, es un arte sagrado.
Shiva Natarája (el Dios Bailarín) simboliza la destrucción del poder de la ilusión (Maya). Su danza, llamada Tandava, es la manifestación física del ritmo y movimiento del universo."

Artículo escrito por la Profesora Silvana Duarte. Extraído de la revista Dança Indiana, Año 1, N°1. Editorial Escala.
La traducción es mía.


María de la Cruz Rojo

viernes, 10 de octubre de 2014

El Mudrá en el Ritual Hindú - Nyása y Púja

"El tantristo utiliza largamente los gestos en el ritual, que consiste principalmente en la utilización de mudrás, yantras (símbolos), mantras  y visualizaciones. La identificación con imágenes arquetípicas, llamada mudrá nyása, se adquiere a través de la práctica de los gestos y la actitud interior de atención plena.

(...) La técnica de nyása consiste en construir con el pensamiento un símbolo, que puede ser un mantra, un yantra, un chakra o, en la mayor parte de los casos, una imagen arquetípica. Después de la visualización en sí, sigue una etapa aún más sutil: la de la propia identificación con el objeto de nyása:

"Cuando se practica el nyása de las manos, comenzando por el pulgar de la mano derecha, terminando por el pulgar de la mano izquierda y concentrándose en cada falange de cada dedo, es el nyása del crecimiento. Si fuese hecho en el orden inverso, es el nyása del declive. Para el nyása de la duración, se comienza por el pulgar y se termina por el meñique de cada mano. Enseguida se debe practicar el nyása del cuerpo, después el de los miembros, en primer lugar en el conjunto del cuerpo, después en cada parte y después en cada dedo, pronunciando cada vez el mantra correspondiente, precedido y seguido por la sílaba OM" Linga Purana 1:85: 80

En el culto hindú, llamado púja, los cinco elementos que constituyen la materia (pañchatattwa) aparecen simbolizados por ofrendas de flores, incienso, luz, alimentos y sándalo, significando éter, aire, fuego, agua y tierra, respectivamente.

"El culto (púja) se realiza con meditación, recitación de mantras, gestos manuales, concresión de ofrendas y demás. Los gestos (mudrá) son parte de un sistema que emplea el cuerpo y la mente y hace con que el primero exprese y enfatice las intenciones de la segunda. De forma parecida, el orador da expresión a su pensamiento y lo enfatiza mediante el gesto. Así, en el matsya mudrá, las manos se colocan en forma de pez para indicar que el fiel está ofreciendo a la deidad no meramente la pequeña cantidad de agua que se utiliza en el culto, sino que su intención es ofrecer todos los océanos con sus peces y demás animales marinos" J. Woodroffe, "Shaktí y Shakta" p. 322

Los gestos que se hacen durante el púja y otras prácticas, así como cuando un orador se dirige a su platea, refuerzan y prestan intensidad al mensaje.

La expresión de las manos acompaña la reflexión."

Fragmento extraído de "Mudrá, gestos de Poder" p. 32 y 33.

María de la Cruz Rojo

Bibliografía

Kupfer, Pedro. "Mudrá, gestos de poder", Florianópolis, Dharma, 1999


viernes, 3 de octubre de 2014

MUDRÁ - Técnica de Yoga y Danzas Clásicas de la India

El término "mudrá" en sánscrito significa "sello" o "gesto". Estos gestos realizados con las manos forman parte del lenguaje gestual tanto del Yoga como de los estilos de danzas clásicas de la India, cuya raigambre se encuentra en la antigua  tradición tántrica.

Tienen tres características fundamentales de las cuáles se desprende toda la importancia de la técnica: son reflexológicos, simbólicos y magnéticos.

En el Yoga son utilizados a modo de llaves para acceder a determinados sectores del insconsciente colectivo (aquél espacio sutil en el cual están almacenados los conocimientos y hechos de la humanidad desde sus inicios).

Es realmente una técnica magnífica para operar cambios de forma volutiva, ya que actúan en nuestro organismo por asociación neurológica y condicionamiento reflexológico: a través de un gesto podemos interferir en nuestros condicionamientos y alterar ciertos estados de consciencia. De aquí se desprende su característica reflexológica, puesto que desencadenan una sucesión de estados de consciencia y de estados fisiológicos asociados a los primeros. Para poner un ejemplo práctico: cuando realizamos Shiva Mudrá, nos tornamos más receptivos, cuando realizamos Anjali Mudrá, desencadenamos un estado de Yoga dentro nuestro, dos gestos que activan un sector del registro akásico relacionado con un yoga ancestral, realizado desde hace tantos años, por tantos maestros y practicantes, que con sólo ponerlo en práctica podemos sentir sus efectos.

Al aspecto reflexológico debemos sumarle el magnetismo, y es que son cuestiones que van de la mano: nuestro cuerpo posee magnetismo y polaridades. Por él el prana fluye en cantidad y calidad diferentes según las distintas áreas. Nuestras manos cuentan con 37 (treinta y siete) chakras menores, vórtices energéticos que, de acuerdo a cómo modificamos la disposición y combinación de los dedos generan diferentes reacciones electromagnéticas. Es así como utilizamos los mudrás, otro ejemplo, en los pránáyámas, para cerrar circuitos electromagnéticos y evitar que la energía se disperse y -mejor aún- dirigirla de acuerdo con la técnica que esté realizándose. Un mudrá muy usado en éste sentido -y en ésta técnica- es Gñana Mudrá.

A los dos aspectos anteriores debemos sumarle la característica simbólica, por lejos mayormente utilizada en las danzas clásicas de la India. En las danzas como en el Yoga entran en juego conjuntamente con el aspecto reflexológico, ya que son gestos arquetípicos, pero también podemos encontrar gestos únicamente simbólicos (esto depende de los autores y de los maestros), como en el caso de Matsya Mudrá. Y por citar un ejemplo de un gesto reflexológico y a su vez simbólico, menciono uno de mis más preciados: el Shiva Lingam Mudrá.

Cómo último punto teórico hay que mencionar la forma de ejecución: aquellos mudrás que son realizados con una sola mano se denominan Asamyukya Hasta Mudrá, aquellos que son ejecutados con ambas manos se denominan Samyukta Hasta Mudrá.

La clave está, pues, en conocer el sema de cada sello, cómo y cuándo se emplean, cómo nos alineamos con ellos - o no - de acuerdo a nuestra propia naturaleza. La selección de una bibliografía seria y de una investigación profunda se vuelve fundamental. Consultar en clase, también. Pero lo más importante, algo que nunca podemos olvidar cuando realizamos un mudrá, es su vivencia, algo tan personal como intransferible... citando al  Abhinaya Dárpana:

Donde va la mano van los ojos, donde van los ojos está la atención, donde está la atención está la energía y con ella el éxtasis vibrante”

María de la Cruz Rojo