sábado, 25 de julio de 2015

Natya Shastra – El primer tratado de danza y teatro - Su origen divino



“No hay pensamiento, afirma Brahma,
ni conocimiento, ni arte, ni obra,
ni sabiduría, ni valor,
ni principio de Yoga
que no pueda encontrarse en ésta arte superior.”




“La danza en India es tan antigua como el propio Yoga, habiéndose hallado estatuillas de danzarines y danzarinas en excavaciones arqueológicas de la cultura del Valle del Indo con más de 5000 años de antigüedad.

Para los hindúes, la danza no es una creación humana, ni producto de una cultura: es el fruto de una revelación de origen divino.

Antiquísimos mitos cuentan que el propio Brahma, el creador, habría compuesto a pedido de los dioses los tratados originales – considerados escrituras sagradas- sobre danza, teatro y mímica.

“Así sea”, dijo Brahma (…) y recurrió al Yoga para recordar los cuatro Vedas. Entonces decidió: “Haré un Quinto Veda, que será llamado Natya (teatro); en él, todos los temas de la mitología y de la tradición épica estarán combinados. Éste Veda llevará a la rectitud y a la justicia (dharma), a la prosperidad y a la plenitud (artha). Traerá celebridad, transmitirá conocimiento, estará regulado por una serie de aforismos, mostrará al mundo futuro cualquier posible acción, contendrá el significado de todo el conocimiento sagrado, traerá a la vida cada faceta de las artes y las hará prosperar.”

Entonces, concentrando en su mente toda la sabiduría, el venerable Brahama compuso el Natya Veda, escogiendo a voluntad alguno de los aspectos de los cuatro Vedas.
Del Rig Veda tomó el habla, del Sama Veda, la melodía, del Yajur Veda, la mímica y el movimiento corporal (abhinaya) y del Atharva Veda, la emoción estética (rasa).

En ése momento, el Natya Veda pasó a existir, vinculado como estaba a los grandes y pequeños Vedas. Brahma entonces reveló éste Veda a Bhárata (el hombre) y a sus cien hijos”.

Fragmento del libro “Mudrá, Gestos de Poder”, pag. 11
Pedro Kupfer
Florianópolis, Dharma Editora, 1999


Traducción y edición son mías.
María de la Cruz Rojo

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