“No hay pensamiento, afirma Brahma,
ni conocimiento, ni arte, ni obra,
ni sabiduría, ni valor,
ni principio de Yoga
que no pueda encontrarse en ésta arte superior.”
“La danza en India es tan antigua como el propio Yoga, habiéndose hallado estatuillas de danzarines y danzarinas en excavaciones arqueológicas de la cultura del Valle del Indo con más de 5000 años de antigüedad.
Para los hindúes, la danza no es
una creación humana, ni producto de una cultura: es el fruto de una revelación de origen divino.
Antiquísimos mitos cuentan que el
propio Brahma, el creador, habría compuesto a pedido de los dioses los tratados
originales – considerados escrituras sagradas- sobre danza, teatro y mímica.
“Así sea”, dijo Brahma (…) y recurrió
al Yoga para recordar los cuatro Vedas. Entonces decidió: “Haré un Quinto Veda, que será llamado Natya (teatro); en él, todos los temas
de la mitología y de la tradición épica estarán combinados. Éste Veda llevará a
la rectitud y a la justicia (dharma), a la prosperidad y a la plenitud (artha).
Traerá celebridad, transmitirá conocimiento, estará regulado por una serie de
aforismos, mostrará al mundo futuro cualquier posible acción, contendrá el
significado de todo el conocimiento sagrado, traerá a la vida cada faceta de
las artes y las hará prosperar.”
Entonces, concentrando en su
mente toda la sabiduría, el venerable Brahama compuso el Natya Veda, escogiendo a
voluntad alguno de los aspectos de los cuatro Vedas.
Del Rig Veda tomó el habla, del Sama
Veda, la melodía, del Yajur Veda,
la mímica y el movimiento corporal (abhinaya) y del Atharva Veda, la emoción estética (rasa).
En ése momento, el Natya Veda
pasó a existir, vinculado como estaba a los grandes y pequeños Vedas. Brahma
entonces reveló éste Veda a Bhárata (el hombre) y a sus cien hijos”.
Fragmento del libro “Mudrá,
Gestos de Poder”, pag. 11
Pedro Kupfer
Florianópolis, Dharma Editora,
1999
Traducción y edición son mías.
María de la Cruz Rojo
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